jueves, 7 de junio de 2012

Maud Williams




Comienza a amanecer y los tibios rayos del sol se cuelan por la ventana. Maud se remueve en la cama, intentando volver a dormirse, a pesar de los molestos rayos del sol que le dan en la cara. Después de dar unas cuantas vueltas más decide que no va conseguir volver a dormir y se levanta. Sentada en la vieja cama observa a sus cinco hermanos pequeños que duermen en unos colchones en el suelo, en sus jóvenes y hermosos rostros no se aprecia preocupación alguna, sin embargo, Maud no puede evitar preocuparse por lo pueda pasar en la cosecha. Ella es la única de la casa que está en edad de participar en los juegos y por suerte no tuvo que coger ninguna tesela debido a sus increíbles habilidades de leñadora, pero, a pesar de todo, no puede evitar dedicar muchos de sus pensamientos a la posibilidad de ser un tributo este año. Mira una última vez a sus hermanos pequeños, tumbados en la cama, y se va al patio que hay detrás de la casa  para intentar pasar la mañana lo más rápido posible. Quizás pueda practicar un poco con su nueva hacha, al fin y al cabo es la manera más provechosa de pasar el tiempo; tanto si la eligen como si no, y es una buena manera de dejar de darle vueltas a la cabeza. Practica toda la mañana con desperdicios de troncos y con objetivos imaginarios, dando golpes certeros, cercenando músculos invisibles y evitando estocadas letales de algún enemigo prediseñado por su propia mente.
Finalmente decide ducharse y arreglarse para la cosecha, aun es muy temprano, pero como hoy tiene el día libre y no tiene que ir a leñar supone que la ropa seguirá impecable a las dos de la mediodía; la hora en la que se elige a los tributos. Se mete en un barreño con agua y se brota el cuerpo mientras piensa en lo que se pondrá para la cosecha y en como colocara su larga cabellera rojiza. Al terminar de aclararse el jabón, tira el agua sucia y vuelve a la habitación para coger el vestido que su madre le ha dejado preparado para poner hoy. Es un hermoso vestido verde hecho de batista, que había sido de su madre cuando era más joven. Se lo pone con delicadeza y luego se recoge el pelo en dos moños; uno a cada lado de la cabeza. El pelo recogido es muy cómodo y deja totalmente al descubierto sus redondeadas facciones, pero sobre todo, permite que destaquen sus grandes y hermosos ojos grises. Sus hermanos todavía siguen dormidos pero pronto vendrán a despertarlos. Puede que hoy no tengan que ir leñar pero hay que arreglarse para celebrar la elección de los tributos que representaran al distrito. Se acerca a la cocina y ve a su madre que ya está preparando la comida, perdida en sus pensamientos no se había dado cuenta del trascurso del tiempo, pero ya casi van ser las doce y hoy hay que comer temprano para llegar a la plaza antes de las dos.
- Hija, ve a despertar a tus hermanos y ayudarles a arreglarse- dice la madre de Maud, sin apartar la mirada de la comida que está preparando, luego levanta la mirada hacía su marido, que está en la otra esquina de la cocina, y añade- Cariño, vete ayudarles que ya se está haciendo tarde.
“Mi padre es un buen leñador, pero es alguien al que yo, personalmente, no escogería para pasar en su compañía mi vida.”- piensa fugazmente Maud mientras observa como su padre se levanta a regañadientes.
Maud se apresura a llegar antes para despertar a sus hermanos y comenzar a ayudar a Walter; el más pequeño, a vestirse. Walter apenas tiene cinco años y tiene unos hermosos ojos verdes, herencia segura de su madre. Tom y Jake ya tienen once años y se visten y se arreglan solitos, aunque su padre les arregla el pelo. Sin embargo, Annie y Catia; que acaban de cumplir los 6 años, esperan impacientes a que Maud y su padre acaben de arreglar a sus hermanos para empezar con ellas. Al terminar de peinar a Walter, Maud se pone con Annie, la viste y le coloca el pelo en un sencillo recogido, que solía hacerle a ella su madre cuando era más pequeña. Mientras tanto el padre ha estado arreglando a Catia y deciden bajar a comer todos juntos.
Cuando terminan de comer son casi las dos, así que se dirigen a la plaza apresuradamente. Esta casi llena y los padres y hermanos de Maud se quedan en una fila alrededor del perímetro, donde suelen quedarse los familiares de los posibles tributos. Maud sigue caminando hasta colocarme entre las otras chicas del distrito y mira hacía el escenario donde se encuentran el alcalde, la acompañante de los tributos de nuestro distrito; Rose Timber, y el único ganador de los juegos del distrito 7; Pierre Montenegro. Sin duda esta tan seductor como cuando gano sus juegos hace cinco años. Dan las dos en el gran reloj que hay en la plaza y comienza la cosecha. Maud desvía la mirada del hermoso campeón y la pasa por las dos enormes bolas de cristal que contienen las papeletas con los nombres de todos los posibles tributos de su distrito, mientras escucha el odioso monologo que lee el alcalde sobre la historia de Panem. Casi no le presta atención al discurso, de todas formas ya se lo sabe de memoria, es el mismo de todos los años: la rebelión, la destrucción del trece, la inauguración de los juegos del hambre para evitar futuras rebeliones y demostrar a los distritos que el capitolio es quien manda y demás tonterías por el estilo.
De repente se fija en que Rose Timber se está acercando a las urnas donde se encuentran los nombres de las chicas del distrito y coge una papeleta. El viento agita su cabellera morada mientras desdobla el papel. Maud deja vagar la vista por la plaza mientras desea que su nombre no sea el de la papeleta.
-Maud Williams- dice Rose sonriendo mientras busca con la mirada a la chica a la que le pertenece ese nombre, y añade al no encontrarla- Por favor, suba al escenario señorita Williams.

No hay comentarios:

Publicar un comentario