miércoles, 20 de junio de 2012

Fin del entrenamiento. A un paso de los juegos.






Suenan unos golpes en la puerta que le recuerdan a Maud que tiene que levantarse para otro duro día de entrenamientos. Así que, se viste lo más rápido posible y baja a desayunar. En el comedor ya están Pierre y Aitor esperándola. Sin embargo, ella va directa a por su desayuno sin apenas parar a saludarles. Decide que quiere tomar un poco de cada  exquisitez que le ofrece el Capitolio, porque probablemente no podrá hacerlo nunca más, y va echándose comida en el plato hasta que ya no queda ni el más pequeño espacio. Después, se sienta al lado de Aitor y se pone a devorarlo todo como si llevara años sin comer. Pierre la mira con cara de preocupación, pero no puede evitar soltar una carcajada cuando esta para de engullir y dice, todavía con un bollo en la boca:

- Por mí no os cortéis. Podéis seguir hablando.

- Creo que contemplarte es más divertido- contesta Aitor riéndose.

Seguidamente los tres se ríen y Maud apura el resto del desayuno. Luego, añade:

- Bueno, ¿hay algo que deba saber sobre el entrenamiento de hoy?

-No, nada nuevo. Básicamente que aprovechéis el tiempo. – Dice Pierre con una amplia sonrisa, y luego añade- venga, al ascensor que ya son las diez.

Maud se pasa el día en los distintos puestos de armas pero en ningún momento toca el hacha,  debe guardarla para la sesión privada con los vigilantes. Enseguida se le pasa la tarde, y cuando están cenando recuerda que no vio por ningún lado a los tributos del cuatro. Se pregunta donde estarán, y que les pudo haber pasado. Preocupada, decide fijarse en ellos al día siguiente. Quizás se ha centrado tanto en entrenar que se le han pasado.

Al día siguiente Maud respira aliviada; los dos tributos del 4 están en el centro de entrenamiento y su salud física es tan buena como siempre. Por un momento, Maud había temido que hubieran sido víctimas de un ataque de los profesionales.

El día se le pasa volando y cuando se da cuenta ya está esperando su turno para impresionar a los vigilantes. Según van quedando solos en la habitación Maud se va poniendo cada vez más nerviosa. Por suerte, su turno no se hace esperar. Maud respira hondo varias veces para calmarse mientras entra en la habitación. Todavía nerviosa, coge una hermosa hacha adornada con un rubí en la empuñadura y se gira hacia los vigilantes. El hacha pesa más de lo que se había imaginado y le tiembla el pulso al intentar levantarla. De repente, se le ocurre la idea de que quizás no sea capaz de levantarla y los vigilantes le pongan un cero. El sudor empieza a resbalarle por la frente mientras intenta apartar esos pensamientos de su cabeza. Sin embargo, es incapaz de despejar su mente. Un escalofrío le recorre la espina dorsal y empieza a temblar de los nervios. Ya lleva un rato y todavía no ha hecho nada, así que los vigilantes se ríen de ella.

“Eso si que no pienso permitirlo”- piensa ella con decisión y el miedo por fin la abandona.

Al cerrar los ojos deja que una nueva energía la recorra por dentro y le de la fuerza necesaria para llevar a cabo su tarea, así era como hacían en su distrito cuando ya no tenían fuerzas para seguir talando árboles. Acompasa su respiración y levanta el hacha sin dificultad. Decidida, comienza con unos sencillos movimientos y luego va aumentando su complicación. A medida que van pasando los minutos va sintiendo más unidad con su hacha, como si esta ya fuera un miembro más de su cuerpo. Enseguida se siente preparada para practicar las difíciles técnicas de combate que practicaba en su casa, y lo hace. Los vigilantes comienzan a aplaudir y ella embargada por la emoción cada vez se arriesga más con sus ataques a enemigos inimaginables. Finalmente, cansada, decide que debe dar final a su combate ficticio y deja el hacha en su sitio. Los vigilantes le dan la enhorabuena y la mandar marcharse.

En cuanto llega al comedor la asaltan a preguntas sobre cómo le fue en la sesión privada y Maud, cansada, les cuenta brevemente lo que hizo. Con eso parecen conformes y la dejan en paz hasta la hora en la que se televisan las puntuaciones.

Como era de esperar los tributos profesionales del 2 y del 1 no sacan menos de un 9, y Crassus tiene su bien merecido 10. Derek tiene un 8 y Charlotte consigue un cutre 5. Aitor saca un 7, que no está nada mal, y Maud un sorprendente 10, que la deja en estado de Shock. Los demás tributos apenas llegan al cinco, excepto los del 11 que parecen tributos profesionales con sus dos 9.

- Bueno, será mejor que os acostéis. Mañana será un largo día, y el peor de todos. – Dice Pierre como si fuera evidente porque iba ser un día tan malo. Luego, añade- Tendréis que prepararos para las entrevistas.

Aitor y Maud intercambian una mirada y deciden hacer caso de Pierre. Tiene toda la razón,  mañana será un día horrible y muy largo.

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