Suenan unos golpes en la puerta que le recuerdan a Maud que
tiene que levantarse para otro duro día de entrenamientos. Así que, se viste lo
más rápido posible y baja a desayunar. En el comedor ya están Pierre y Aitor
esperándola. Sin embargo, ella va directa a por su desayuno sin apenas parar a saludarles. Decide que
quiere tomar un poco de cada exquisitez
que le ofrece el Capitolio, porque probablemente no podrá hacerlo nunca más, y
va echándose comida en el plato hasta que ya no queda ni el más pequeño espacio.
Después, se sienta al lado de Aitor y se pone a devorarlo todo como si llevara
años sin comer. Pierre la mira con cara de preocupación, pero no puede evitar
soltar una carcajada cuando esta para de engullir y dice, todavía con un bollo
en la boca:
- Por mí no os cortéis. Podéis seguir hablando.
- Creo que contemplarte es más divertido- contesta Aitor
riéndose.
Seguidamente los tres se ríen y Maud apura el resto del
desayuno. Luego, añade:
- Bueno, ¿hay algo que deba saber sobre el entrenamiento de
hoy?
-No, nada nuevo. Básicamente que aprovechéis el tiempo. –
Dice Pierre con una amplia sonrisa, y luego añade- venga, al ascensor que ya
son las diez.
Maud se pasa el día en los distintos puestos de armas pero
en ningún momento toca el hacha, debe
guardarla para la sesión privada con los vigilantes. Enseguida se le pasa la
tarde, y cuando están cenando recuerda que no vio por ningún lado a los tributos
del cuatro. Se pregunta donde estarán, y que les pudo haber pasado. Preocupada,
decide fijarse en ellos al día siguiente. Quizás se ha centrado tanto en
entrenar que se le han pasado.
Al día siguiente Maud respira aliviada; los dos tributos del
4 están en el centro de entrenamiento y su salud física es tan buena como
siempre. Por un momento, Maud había temido que hubieran sido víctimas de un
ataque de los profesionales.
El día se le pasa volando y cuando se da cuenta ya está
esperando su turno para impresionar a los vigilantes. Según van quedando solos
en la habitación Maud se va poniendo cada vez más nerviosa. Por suerte, su
turno no se hace esperar. Maud respira hondo varias veces para calmarse
mientras entra en la habitación. Todavía nerviosa, coge una hermosa hacha
adornada con un rubí en la empuñadura y se gira hacia los vigilantes. El hacha
pesa más de lo que se había imaginado y le tiembla el pulso al intentar
levantarla. De repente, se le ocurre la idea de que quizás no sea capaz de
levantarla y los vigilantes le pongan un cero. El sudor empieza a resbalarle
por la frente mientras intenta apartar esos pensamientos de su cabeza. Sin
embargo, es incapaz de despejar su mente. Un escalofrío le recorre la espina
dorsal y empieza a temblar de los nervios. Ya lleva un rato y todavía no ha
hecho nada, así que los vigilantes se ríen de ella.
“Eso si que no pienso permitirlo”- piensa ella con decisión
y el miedo por fin la abandona.
Al cerrar los ojos deja que una nueva energía la recorra por
dentro y le de la fuerza necesaria para llevar a cabo su tarea, así era como
hacían en su distrito cuando ya no tenían fuerzas para seguir talando árboles.
Acompasa su respiración y levanta el hacha sin dificultad. Decidida, comienza con unos
sencillos movimientos y luego va aumentando su complicación. A medida que van
pasando los minutos va sintiendo más unidad con su hacha, como si esta ya fuera
un miembro más de su cuerpo. Enseguida se siente preparada para practicar las
difíciles técnicas de combate que practicaba en su casa, y lo hace. Los
vigilantes comienzan a aplaudir y ella embargada por la emoción cada vez se
arriesga más con sus ataques a enemigos inimaginables. Finalmente, cansada,
decide que debe dar final a su combate ficticio y deja el hacha en su sitio.
Los vigilantes le dan la enhorabuena y la mandar marcharse.
En cuanto llega al comedor la asaltan a preguntas sobre cómo
le fue en la sesión privada y Maud, cansada, les cuenta brevemente lo que hizo.
Con eso parecen conformes y la dejan en paz hasta la hora en la que se
televisan las puntuaciones.
Como era de esperar los tributos profesionales del 2 y del 1
no sacan menos de un 9, y Crassus tiene su bien merecido 10. Derek
tiene un 8 y Charlotte consigue un cutre 5. Aitor saca un 7, que no está nada
mal, y Maud un sorprendente 10, que la deja en estado de Shock. Los demás
tributos apenas llegan al cinco, excepto los del 11 que parecen tributos
profesionales con sus dos 9.
- Bueno, será mejor que os acostéis. Mañana será un largo
día, y el peor de todos. – Dice Pierre como si fuera evidente porque iba ser un
día tan malo. Luego, añade- Tendréis que prepararos para las entrevistas.
Aitor y Maud intercambian una mirada y deciden hacer caso de
Pierre. Tiene toda la razón, mañana será
un día horrible y muy largo.
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